martes, 26 de febrero de 2008

CUENTO PARA DORMIR A UNA HIGUERA

Érase que se era, en un tiempo remoto, en un reino remoto e ignoto, un rey injusto y bobo al que todos le llamaban "el rey injusto y bobo".
Su reino, Esnas, era rico y próspero. Por una parte gracias a la injusticia del tirano, que despojaba de sus escasos bienes a su pueblo, y por otra, al buen hacer de su bella hija: la princesa Ohcan, que con su astucia y bondad, mercadeaba con los reinos contiguos y devolvía a las gentes sus, ya mencionados, escasos bienes, sin que su padre, el rey se enterara.
Pero el rey no estaba satisfecho, envidiaba avariciosamente los inmensos campos de fresas que se cultivaban en el reino vecino.
--Sé lo que haré -se dijo un buen día-. Estableceré una alianza con el rey Airam, desposando a mi hija con su único vástago: el príncipe Susej. Y así, poco a poco -sonrío maliciosamente- me apoderaré de sus inmensos fresales.
Dicho y hecho: el rey injusto y bobo parlamentó con con el rey Airam y ambos llegaron a un acuerdo. Los esponsales se celebrarían por todo lo alto tres días después de la siguiente luna.
La princesa Ohcan lloraba sin consuelo. No en vano estaba enamorada del trovador de la corte: el apuesto Sedrul. ¡Cuántas noches le oyó trovar bajo su ventana! "Cuando yo me haya ido..."
Pero no todo iban a ser desgracias. El príncipe Susej, su prometido, enfermó a causa de unas... digamos "fiebres extrañas", muriendo dos días antes de la fastuosa boda que ya se preparaba en Esnas.
--¡Qué rabia! -aullaba el rey injusto y bobo-. Me quedé sin las fresas.
--Nada temas padre mío -le contestó la astuta y bella Ohcan-, Sé como conseguirlas.
--¿De veras? -abrió el rey los ojos- Díme presto cómo hacerlo.
La princesa Ohcan tragó saliva. Sabedora de lo que se jugaba en el envite puso toda su destreza y fábula y le contestó al rey.
--Puede conseguirlo Sedrul, el trovador.
--¿El trovador? -repuso el rey.
--Sí, el trovador -repitió Ohcan-. Sus melodías tienen un enorme poder de hechizo, de embrujo. De tal manera que dirige voluntades a su antojo.
--Bien -preguntó el rey indeciso-, entonces podremos utilizarlo para conseguir las fresas del rey Airam. Que venga ante mí con presteza.
--Ya hablé con él, padre. Y sólo lo hará si me entregas en matrimonio pasado mañana -dijo la princesa fingiendo amargura-. Pero estoy dispuesta a ofrecerme en sacrificio con tal de que tú tengas tus anheladas fresas.
--Hija mía, si tú lo quieres así, así se hará -confirmó el rey bobamente- Pero antes deberá pasar una prueba.
--¿Una prueba? -preguntó Ohcan preocupada.
--Sí, es mi decisión. Deberá pasar la prueba de las tres cajas -determinó el rey injusto- ¡Mandádlo traer de inmediato a mi presencia!
Al cabo de un rato, cuando llegó el sorprendido trovador, se encontró con el rey, su amada Ohcan (quien le dirigió un furtivo guiño) y en una mesita de jade tres cajitas: Una de alabastro, otra de ámbar y la última de marfil.
--Bien -dijo el rey-, si has de casarte con mi hija, para después proveerme de las fresas del rey Airam, antes deberás pasar la prueba de las tres cajas.
En una de ellas se encuentra el anillo de desposar a la princesa, otra contiene una pequeña redoma con un eficaz veneno y en la última se halla la llave que te llevará a la mazmorra eterna. Debes elegir la correcta.
Como soy magnánimo, te daré una pista. Cada cajita contiene un letrero que te facilitará la elección adecuada. ¡Adelante!
Sedrul avanzó hacia la cajita de alabastro y leyó la nota correspondiente: "Yo no tengo el anillo".
El trovador se detuvo un instante a meditar para acto seguido leer la nota de la cajita de ámbar: "El anillo está en alguna de las otras dos cajitas". Demasiado fácil -pensó el trovador-. Por lógica el anillo debiera estar en la cajita de marfil. El rey sonreía malvadamente. Sedrul se acercó a la cajita de marfil y en vez de abrirla, como pensaba el rey bobo e injusto, leyó el contenido de la nota: "Sólo una de las otras dos notas es falsa". Sedrul se secó una gota de sudor que le resbalaba por la frente y trás reflexionar mirando al vacío, con sonrisa segura miró, primero a Ochan y luego al rey. Se acercó a la cajita de alabastro, abrió la tapa despacito y con gesto triunfal alzó el anillo en sus manos.
El rey no daba crédito a lo que veía, aunque por otro lado se regodeaba con la idea de poseer las fresas. Ochan y Sedrul se abrazaron con ansia infinita.
Dos días más tarde se celebraron los esponsales con gran fasto. Ni que decir tiene que el rey injusto y bobo se quedó sin las fresas de Airam. Tuvo que contentarse con los cien carros de fresas que le trajo su hija a la vuelta de su viaje de bodas por tierras lejanas.
Y como podeis imaginar, la princesa y el trovador fueron felices y comieron como cerdos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
¿Cómo coño adivinaría Sedrul en qué cajita estaba el anillo? Quizá se desvele en una próxima entrega... o quizá no.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¡ Vaya, vaya!. ¡Que astuta la princesa y que listo el trovador!. Muy bonito el cuento, y como siempre, nos dejas en ascuas a la espera de la solución sobre las cajas.
Sotiseb,
Rul

hacefalta dijo...

ejejej...

Anónimo dijo...

yum oneub, em natsug sotse sotneuc a ol ougitna.

al idraj.

hacefalta dijo...

No vale escribir al revés, es un coñazo de leer. ¿Qué pasaría si con estos textos al revés nos pusiéramos delante de un espejo? ¿Se leerían correctamente? ¿Seremos capaces de abstraernos y, sin hacer la prueba del espejo, poder contestar acertadamente?

¿Y qué pasa con las cajitas?

desierto dijo...

Yo hubiera abierto la segunda caja (si me gustara la princesa)

desierto dijo...

no, no la primera

desierto dijo...

¿y la tercera?

desierto dijo...

Je, je, si yo no soy trovador

hacefalta dijo...

Hum, "desierto", para no ser trovador has estado cerquita. Prueba otra vez.
Bienvenido a este cuento.

desierto dijo...

¿la cajita ambar dice anillo o llave?

hacefalta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
hacefalta dijo...

La cajita ámbar dice: "El anillo está en alguna de las otras dos cajitas"