viernes, 25 de abril de 2008

EL BAR DE QUINO Y LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES

El bar de Quino en Llanes es un bar muy de pueblo. Frecuentado por jubilados taciturnos, algún marinero de arribada, un par de concejales del PP, Guardias Civíles, pues el cuartel está muy cerca y , a temporadas algún turista despistado, tiene para mí varias ventajas: Lo primero es que está justo pegado a mi portal, lo cual lo convierte ya en lugar de visita obligada para comprar tabaco, cerveza, leche ó lo que haga falta, además te dan conversación y te guardan las llaves de repuesto de tu casa. Lo segundo es que es un bar tranquilo pese a lo barato, pues nunca nos juntamos más de una docena de parroquianos. En tercer lugar, porque allí te enteras en escasos minutos de todo lo que pasa por la Villa, lo cual siempre es de agradecer. La última ventaja es que dan platos combinados, bocatas y además asan pollos. ¿Quién no ha comprado nunca un pollo asado? Hay que decir también que aparte de estas ventajas, casi todo lo demás son inconvenientes. Pero bueno, sirve.
Antonio es un portugués de edad indefinida, pues tiene la piel curtida de muchas casas edificadas. Vino a Llanes a patronear una cuadrilla de angoleños dedicados a la construcción. Es un hombre afable y simpático, cariñoso y buen amigo de sus amigos. Cuando le conocí una tarde en el bar de Quino, enseguida entablamos conversación. Me contó que estaba casado y tenía tres hijos. Desgraciadamente su familia no le pudo acompañar en la irremisible emigración a la que se vió abocado. Se contentaba con hablar con ellos por teléfono y rezar para que en navidad pudiera ir a visitarlos. Era originario de Grandola. Sí, la Grandola de la canción que José Alfonso cantó por la radio aquel 25 de abril de 1974 y que dió inicio a la pacífica y exitosa "revolución de los claveles".
Cuando oí ese nombre enseguida me puse a cantar:
"Grandola, Vila Morena, terra da fraternidade,
o povo e quem mais ordena dentro de ti, ¡oh cidade!.
Dentro de ti, ¡oh cidade! o povo e quem mais ordena,
terra da fraternitate. Grandola, vila morena.
Em cada esquina un amigo, en cada rosto igualdade.
Grandola, vila morena, terra da fraternidade.
Em cada rosto igualdade
o povo e quem mais ordena dentro de ti, ¡oh cidade!.
A sombra duma azinheira que ja nao sabia a idade,
jurei ter por companheira Grandola, vila morena.
Grandola a tua vontade jurei ter por companheira
a sombra duma azimnheira que ja nao sabia idade".
José Manuel Cerqueira Alfonso Dos Santos.
"Zeca Alfonso" (1929-1987).
Inmediatamente Antonio se me hechó a los brazos llorando y entre hipos me acompañó a cantar.
Desde entonces dejé de llamarle por su nombre y pasé a apodarle "Grandola". Siempre que me ve se coge a mi hombro y, entre vaivenes de marcha revolucionaria, seguimos entonando la preciosa canción. Cuando está un poco borracho y sentimental termina llorando. Otras veces, más alegre, termina abrazándome, dándome palmetazos en la espalda e invitándome a cerveza.
El contratista no les pagó y desapareció del mapa. Dejaron la casa a medio construir y tuvo que marcharse con sus angoleños a buscarse la vida en otras obras.
Así es el bar de Quino y así es la vida.
"Grandola, Villa Morena tierra de fraternidad, el pueblo es quien más ordena dentro de ti, ¡oh ciudad!. Dentro de ti, ¡oh ciudad!, el pueblo es quien más ordena, tierra de fraternidad, Grandola, Villa Morena. En cada esquina un amigo, en cada rostro igualdad, Grandola, Villa Morena tierra de fraternidad. Grandola Villa Morena, en cada rostro igualdad, el pueblo es quien más ordena dentro de ti, ¡oh ciudad!. A la sombra de una encina de la que no sabía su edad, juré tener por compañera, Grandola, tu voluntad. Grandola, tu voluntad juré tener por compañera, a la sombra de una encina de la que no sabía su edad. "
El pueblo, derrotando a la dictadura tomó el poder, y las armas, con la ayuda de los civiles, se convirtieron en claveles. ¡Color rojo en aquellas calles! ¡Olor a flores en aquellas calles! ¡También la victoria en aquellos pueblos! ¡Y en las caras de los niños!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que personas tan curiosas y diferentes conocemos a veces en un bar; y que conversaciones surgen cuando estamos desinhibidos por el alcohol.
Y por cierto, cómodo sí que será el bar, pero impone ver uniformes, ¡que quieres que te diga!.
Muy bonito el relato.
Besines, Lur

lauritalafantastica dijo...

Qué bonita era la vida cuado la gente tenía ideales...