jueves, 14 de febrero de 2008

Sombras nada más...

A veces apetece destrozar sombras
con disparos de luz.
Pintarlas de colores para que no escapen.
Pintarlas de colores para que no permanezcan.
Pintarlas de colores para que no sean.
Pasear la introspección por calles mojadas,
en noches de alguna luna,
en calores secos,
en sonidos demasiado lejanos.
Y entonces tumbarte sobre una sombra:
hacerla tuya; gritarle al oído,
hasta que sienta la humedad del aliento,
hasta rompérle el tímpano
en pequeños matices difuminados
que se disolverán con el alba,
con el camión de la basura,
con los últimos borrachos
o con los primeros colegiales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues tiene que ser un gusto ser sombra nada más (como dice la canción).
Lur