domingo, 9 de marzo de 2008

Hoy va el tema de costumbrismo.

Acabo de poner un pollo a asar: un pollo de kilo trescientos+ media cebollina azotada y diseminada en juliana+ un starlux por el culete+ media manzana peladina y troceada metida por el mismo sitio+ otra media manzana puesta al azar alrededor del sujeto+un chorrín de aceite de oliva virgen+ un chorretón de brandy semibueno+80 minutinos de horno a 195 grados.
Ya sé que no son horas. Ya sé que probablemente se quede seco. Pero prefiero que se seque el pollo a que se sequen mis experiencias de hoy noche.
Hoy he salido a cenar y tomar un par de copinas con una persona excepcional.
Cuando la ví llegar casi me caigo de culo. Estaba preciosa: irradiando, andando con la seguridad de las mareas, prestando vistas, regalando miradas entornadas a mis ojos, soltando aluviones de sonrisas que te dejan sin saber qué hacer (¿me la como aquí mismo?¿le pido matrimonio YA?).
El arroz que cenamos estaba correcto al entender de mi gusto. El blanco amoscatelado que libamos (qué cursilada) dejaba un retrogusto (qué pedantería) algo ácido, pero la botella cayó boca arriba en la cubitera.
Luego fuímos a un pub y luego a otro. Se notó que durante la cena, frente por frente, estábamos demasiado alejados en el espacio. Escuchamos alguna música descacarillada. Bailamos sin desplazarnos en una semi- coreografía no estudiada y llena de teatralidad y risas.
Risas. Nos reímos mucho. Es importante mantener una complicidad y un mismo contexto en el humor.
Hicimos pequeños huecos al pasado, al presente y al futuro.
Pero sobre todo nos miramos mucho a los ojos y las bocas.
El tiempo pasó muy deprisa. Nunca he sabido si es mejor ó peor que el tiempo vuele entre ambos. El caso es que a mí me molestó enormemente que se hiciera tan tarde tan pronto.
Ya empieza a desparramarse el olor del pollo por toda la casa. Trato de imaginar el olor del mamut tostándose en la hoguera de una caverna (mientras los niños, en su cavidad, no dejan de ensuciar las paredes con dibujos infantiles de animales).
Me importa tres que el pollo se quede seco. Estoy aquí muy agustito recordando.
Hicimos planes, hicimos manitas. Invadimos nuestros "espacios yoicos" con una reciprocidad no consensuada. Supimos, sin querer, mantener el tipo.
No sé cuántas veces le dije "te quiero". Sin duda muchas menos de las que hubiera querido. Pero hubiera sido un peñazo muy repetitivo. En mis ojos lo ha podido leer a su antojo y capricho.
Capricho. No es un capricho. Es todo. Estar enamorado es acojonante. El que nunca lo ha estado que lo pruebe. El que lo ha estado pero se ha dormido, que despierte de inmediato y lo recupere. Merece la pena.
Luego vino el dichoso "señores-disculpen-pero-tenemos-que-cerrar". Todavía no vivo con ella.
Taxi. Te llevo a tí primero.
En el coche apenas puedo expresar ojos/miradas; boca/besos/palabras; cuerpo/caricias.
Hasta mañana mi vida.
Comeré un pollo seco, pero me he hartado de decirte en cada teclear de letras, comas y puntos que te quiero.
¿Y qué hago yo ahora, que le queda aún al pollo treinta minutos?
Pensaré en tí y haré una entrada en el blog que se titule, por ejemplo: "Hoy va el tema de costumbrismo".

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y que puedo decir yo a todo ésto?.
Que te quiero, chavalote. Sólo eso.

¡Ah!, y que espero que el pollo no se quedara seco por "nuestra" culpa.
Besitos,
Lur