miércoles, 24 de septiembre de 2008

EL CONOCIMIENTO

Está claro que conocerse a uno mismo, saber lo que uno quiere , saber por qué uno está de una manera y no de otra, es muy importante para alcanzar estados felices. Creo también que la búsqueda de ese conocimiento es tarea inútil hasta que uno no haya alcanzado la plenitud y la serenidad, la objetividad precisa y la experiencia bastante. Conviene, no obstante, tener ese objetivo siempre en la mesilla de noche para releerlo de vez en cuando. Hay infinidad de ideas, sentimientos, sensaciones, pensamientos, conclusiones, que existen en nosotros de un modo latente, casi a escondidas, como no queriendo ocupar espacio. Sólo nos damos cuenta de ellas cuando alguien nos las muestra. Es entonces cuando exclamamos "claro, ya lo sabía".

No hace mucho me ha pasado algo parecido respecto a la necesidad del conocimiento de los demás, como premisa forzosa para que el dichoso tránsito -que ya le vale la broma- sea lo más cómodo y agradable posible. Naturalmente esto incidirá de forma notable en el conocimiento propio y, por tanto, en el logro de estados felices.

Claro, esto ya lo sabía. Pero no, no lo sabía o no necesitaba saberlo aún. ¡Es tan importante poder predecir reacciones, notar carencias, sentir necesidades, debilidades, angustias calladas...!

Y ahora la pregunta del millón. Premio de botella, coco y mono al que la acierte:

¿Hoy me voy contento a la cama?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si estoy de acuerdo en que hay que alcanzar la madurez y serenidad para conocerse. Me parece que uno siempre cree conocerse, y puede ser cierto en ese momento, edad y condición. Pasan los años y claro, se cambia, aunque la base normalmente sea la misma.
Y sí, parece que te metiste feliz a la cama.
Me alegro.
Besos, Lur

lauritalafantastica dijo...

Jíjiji, yo también me alegro...